"Esos puntos brillantes del cielo que llamamos planetas son
mundos. Hay mundos con densas atmósferas de bióxido de carbono y ácido
sulfúrico; mundos de líquidos calientes al rojo con huracanes que podrían
tragarse toda la Tierra; mundos muertos con silenciosos cráteres; mundos con
volcanes que lanzan penachos de polvo a un exterior sin aire; mundos con
desiertos rosados y desolados; y cada uno de ellos con una belleza misteriosa y
fantástica que se reduce a una mota de luz, si observamos el cielo nocturno.
Los otros puntos brillantes, que son estrellas, no
planetas, son, realmente soles. Algunos de ellos son de incomparable magnitud,
cada uno de los cuales brilla con la luz de mil soles como el nuestro; algunos
de ellos son meramente carbones calientes al rojo que esparcen su energía con
mezquindad. Otros son cuerpos compactos, tan masivos como nuestro sol pero con
toda su masa apretada en una bola más pequeña que la Tierra. Otros son aún más
compactos, con la masa del sol contenida en el volumen de un pequeño asteroide.
Y algunos son todavía más compactos , con su masa contrayéndose hasta un
volumen cero, cuyo lugar se señala por un intenso campo gravitatorio que se
traga todo y no devuelve nada, con materia que entra en espiral en este agujero
sin fondo y que emite un caudal mortífero de rayos X.
Hay estrellas que laten interminablemente en una
gran respiración cósmica y otras que habiendo consumido su combustible, se
expanden y enrojecen hasta tragarse sus planetas, si los tienen (algún día, dentro de miles de millones de
años nuestro sol se expandirá y la Tierra se encrespará, se marchitará y se
evaporará formando un gas de hierro y rocas sin ningún signo de la vida que
antaño albergó). Y algunas estrellas explotan en un vasto cataclismo cuya feroz
ráfaga de rayos cósmicos expulsados casi a la velocidad de la luz y que llegan
a miles de años-luz, tocan la Tierra y proporcionan parte de la fuerza impulsora
de la evolución mediante las mutaciones."
Isaac Asimov
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